Cristina Seguí
Dice Vicente Barrera (Valencia, 1968) que él será torero hasta el día que se muera, y eso que llegó a la tauromaquia mientras cursaba estudios de Derecho.
No se muestra preocupado por las protestas de gente en contra de los toros, que siempre ha habido, pero sí por la progresiva politización del toreo.
“Me parece increíble que se legalice a eh bildu en pro de la libertad y se nos ilegalice a nosotros que somos gente honrada”
Pregunta.- Un licenciado en Derecho, camino de la abogacía, que termina en el ruedo, pese al empeño familiar en contrario. ¿Cómo fue eso? ¿Cómo sintió el tirón por el mundo taurino, abuelo aparte?
Respuesta.- Principalmente por vocación. Intenté una aventura que parecía imposible y que nada tenía que ver con mi trayectoria de vida y conseguí cumplir un sueño gracias al tesón, un poco de suerte y mucha vocación. Por poner un ejemplo de lo que puede conseguirse gracias a ello a pesar de las circunstancias, le contaré que en el año 92 fui por primera vez a la Feria de Sevilla a ver toros y jamás me había vestido de torero ni hecho el paseíllo en público. Dos años después tomé la alternativa en Valencia, toree mi primera Goyesca y fui el primer valenciano en abrir la puerta del príncipe.
Pregunta.- ¿Qué cualidades entiende usted que ha de reunir una persona cuyo trabajo supone estar al filo de la muerte?
Respuesta.- En este caso hablaré de los toreros, ya que hay muchas otras profesiones que exigen a quien las ejerce estar al filo de la muerte. Hay dos cualidades que son imprescindibles: la primera es un máximo de vocación y la segunda un mínimo de valor. Si cualquiera de las dos falla, es muy complicado.
Pregunta.- Ese mínimo de valor estará por encima del máximo para el común de los mortales, ¿no cree?
Respuesta.- No, no crea. Ese mínimo de valor se puede adquirir con la entrega, la vocación y la preparación, la técnica y el estado físico.
Pregunta.- Me gustaría conocer cómo define usted el miedo y cuáles eran sus ‘trucos’ para sobreponerse a él?
Respuesta.- Es evidente que el toreo es una profesión donde el miedo está muy patente, y creo que eso le aporta el cariz mítico a su figura ya que la profesión te exige superar diariamente una serie de retos que para el común de los mortales sería muy difícil superar. No creo en los trucos, sino en la vocación, la preparación y la técnica aprendida con la muleta y el capote. El torero vive entregado a este mundo y por tanto a su preparación física, psicológica y técnica para hacer de algo extraordinario algo ordinario. Sobre las tradiciones y el componente religioso, creo que más que por el toreo en sí, encomendarte a los santos que conoces y puedes convertir algunas costumbres en ciertas manías, es parte de la naturaleza humana cuando tiene que afrontar el miedo. Como creyente, yo siempre rezaba y además tenía la manía de empezar a vestirme por el lado izquierdo.
Pregunta.- En plena faena, ¿al toro lo veía como una bestia irracional de la que dependía su propia vida o como el camino para alcanzar el triunfo, se formaba algún tipo de vínculo por unos minutos entre el toro y usted?
Respuesta.- Siempre he visto al toro como un medio más para alcanzar el triunfo. Un colaborador necesario. Cuando el toro sale por la puerta lo hace como animal irracional, y el toreo ha de estudiar con racionalidad su comportamiento a lo largo de la lidia para intentar extraer de su bravura lo mejor de sí mismo. En ocasiones resulta fácil; en otras, muy complicado. Pero más allá de eso, la empatía que siempre he sentido por el toro ha sido por el convencimiento de que es uno de los animales más maravillosos del mundo. Un ser con unas cualidades únicas. Para nosotros es nuestro animaltótem. Siento por él un gran respeto y una gran admiración.
Pregunta.- Siempre se habla del matador, del torero, pero en la plaza no está solo, le acompaña, protege y ayuda la cuadrilla. ¿Qué relación se establece con ellos y hasta qué punto el trabajo de la cuadrilla apuntala el triunfo del ‘primer espada’?
Respuesta.- En estos últimos tiempos se ha comercializado bastante la figura de los subalternos. Es un profesional que tiene que hacer una labor imprescindible. Yo personalmente y salvo alguna excepción, no soy el típico matador que se ha hecho íntimo amigo de sus subalternos, pero si conozco casos para los que su cuadrilla es casi su segunda familia, pero no es mi caso. Siempre he preferido distinguir una cosa de otra.
Pregunta.- ¿Considera la tauromaquia como un arte? ¿Una relación peculiar entre el Hombre y la Naturaleza? ¿Un triunfo de la razón frente a la fuerza bruta?
Respuesta.- Para mí el toreo es el arte con mayúsculas, el arte por antonomasia, y tanto es así, que las principales bellas artes que existen siempre se han inspirado a lo largo de la historia en el toreo: la música, la poesía, la escultura, la pintura. Todas. Es el único de los artes efímeros que se crea en el momento y es irrepetible. Nace y muere cada tarde.
Pregunta.- La tauromaquia es un fenómeno absolutamente español, o ibérico tal vez, exportado como rasgo cultural de España a Hispanoamérica y con fuerte presencia también en Francia. ¿Le duele que sufra esa contestación tan ardiente por parte de determinados grupos, animalistas, secesionistas…?
Respuesta.- Los anti taurinos no me preocupan ni me han preocupado nunca. Siempre existieron y son una parte más del toreo. Lo que me preocupa es la politización del toreo, ponerlo a disposición del populismo aprovechando el desconocimiento. Me gustaría que los políticos ni siquiera tuvieran que defender el toreo. Me preocupa que los toreros y la gente que quiere disfrutar de este arte puedan ejercer la libertad, me preocupa que se nos pueda ilegalizar como si fuéramos criminales como ha llegado a ocurrir en Cataluña. Me parece increíble que se legalice a EH Bildu en pro de la libertad y se nos ilegalice a nosotros que somos gente honrada.
Pregunta.- ¿Qué males aquejan hoy día a la Fiesta? ¿Falta público, pérdida de calidad en las ganaderías, cierto síndrome de ‘Liga de Fútbol Profesional’, en el que hay tres o cuatro estrellas muy mediáticas pero el resto pasa desapercibido?
Respuesta.- Desde luego no es la falta de público. La gente desconoce el hecho de que en España el toreo es el segundo espectáculo más visto por detrás del fútbol. Por dar un ejemplo, va mucha más gente a ver los toros que a ver cine y se siguen vendiendo millones de entradas. Esta es la razón por la cual viendo que no van a acabar con los toros de forma pacífica, están atacando la fiesta desde el ámbito político y económico. Eso es lo que a mí me preocupa: el ataque indiscriminado por parte de la clase política no sólo a los toros sino a la libertad.
Pregunta.- ¿Hay mucha diferencia entre los públicos de España, de Francia o de Hispanoamérica? ¿Cómo los recuerda?
Respuesta.- Sí, sí la hay. La personalidad no la tienen los públicos, sino las plazas. La idiosincrasia de la plaza deja la impronta en el público, y no al revés. La plaza a lo largo de los siglos ha ido desarrollando su propia personalidad. Ciertamente cada país ha creado su propia personalidad. En Francia se ha creado una personalidad propia. Quizás es donde se vive la tauromaquia desde un punto de vista más cultural. La gente es muy entendida, estudia el arte y no se queda sólo en el espectáculo. Van a ver los toros como cuando va a un museo a ver pintura o escultura. Al tener esa categoría cultural, allí será mucho más difícil acabar con ellos. En España además de cultural, tiene un importante cariz festivo. En América son muy parecidos a nosotros, también con ese cariz festivo aunque en zonas como Perú es más cultural, en Colombia tiene un poquito la mezcla de los dos
Pregunta.- ¿Deja un torero de ser torero alguna vez?
Respuesta.- No. Recuerdo que una vez un político me presentó como ex torero, y yo le contesté: “Se puede ser ex político pero nunca ex torero”. Yo soy torero, tengo mi carnet de matador y seré torero hasta el día en que me muera.
“En Francia, el público va a ver los toros como cuando va a un museo a ver pintura o escultura”