María José Solano
Juan Eslava Galán no necesita presentaciones. Nació en Arjona, Jaén, 7 de marzo de 1948 es un escritor español del género histórico, tanto de ficción como de no ficción.
Ha publicado algunas novelas bajo el pseudónimo de Nicholas Wilcox. Las trompetas de Jericó, de la Trilogía Templaria escrita bajo el pseudónimo de Nicolas Wilcox; La mula; Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie y su más reciente novela, El amor en el jardín de las fieras, por citar algunas, definen el placer casi obsesivo del escritor por enmarcar sus fascinantes tramas en la Europa que enlaza nuestra Guerra Civil con el orto y ocaso de la Segunda Guerra Mundial.
Esta primavera sale a la luz, publicado por Planeta, un nuevo libro que continúa esta corriente. Su título, como siempre, nos predispone a la sonrisa cómplice y nos precipita a la lectura: El sueño del caudillo. Nueve meses que no estremecieron al mundo.
“Para la salud futura del buen novelista, debe quedar siempre un poco de impulso sobrante”
Pregunta.- Sacas nuevo libro en marzo, siguiendo ese ritmo de escritor prolífico trepidante al que has acostumbrado a tu legión de seguidores. Cuéntanos.
Respuesta.- Efectivamente. Sale a las librerías próximamente con el título La tentación del caudillo, y un subtítulo maravilloso que me ha regalado mi querido Arturo Pérez-Reverte y que me pareció una chispa genial: Nueve meses que no estremecieron al mundo. Este libro es mi proyecto más arriesgado de hacer novela y ensayo, todo metido en la misma batidora. Vengo haciendo eso desde hace tiempo, pero a este libro he llegado ya con las herramientas afiladas, y el resultado me tiene muy satisfecho. Lo mismo que en las maromas de la marina británica hay varias cuerdas que se entrecruzan, siendo una de ellas de color rojo que la identifica inmediatamente como perteneciente a la flota inglesa, en esta novela, la cuerda roja; la huella típicamente “eslavagalán” está muy presente, enredada con los hechos históricos.
Pregunta.- En relación a eso, al comienzo haces una advertencia: “Este libro es una historia novelada. Cualquier coincidencia con la realidad de nombres, personajes o situaciones debe considerarse fortuita”
Respuesta.- Exacto. En el libro hay una serie de personajes que son históricos y que lo que hacen, lo hicieron, como Franco y su anhelo de aliarse con los alemanes que él consideraba prácticamente vencedores, tal y como se presentaba el panorama tras Dunquerque. Y luego hay otros personajes que son literarios, como el protagonista, Francisco Welser López, un chico bien, pero un cínico absoluto, que ha estado en la Legión con una historia complicada: era amante de la novia de su hermano mayor, que al descubrir el engaño se suicida. Eso lo empuja a refugiarse en Alemania, pues criado en colegios suizos, domina perfectamente el idioma. Por cosas de la vida, lo llaman para que haga de intérprete en el palco de los generales alemanes el día del Desfile de la Victoria, imaginaos la situación…(todos imaginamos la situación mientras escuchamos embelesados a Juan, que nos habla de este personaje novelesco como si se tratase de un amigo de juventud). Total, que tenemos a este muchacho y sus aventuras alemanas y mientras, Franco y sus generales preparando el gran sueño del caudillo: reunir al mayor ejército del mundo. En paralelo, el tercero en discordia, Hitler, despreciando absolutamente a los “mierdas de los españoles”.
Pregunta.- Yo recuerdo que esa teoría ya la expones en tu libro “Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie” Es uno de mis favoritos.
Respuesta.- Claro. Pero en esta ocasión he podido certificar dicha teoría gracias al archivo privado del General Varela, que la familia acaba de donar a la biblioteca pública de Cádiz. Las cosas que hay en ese archivo privado son para llevarse las manos a la cabeza. Los planes detallados de cómo hay que conquistar Gibraltar, por ejemplo. He disfrutado muchísimo en el proceso creativo, ampliando lo que ya sabía; confirmando, y por supuesto, descubriendo cosas nuevas.
Pregunta.- El sueño colonial del caudillo…
Respuesta.- Efectivamente. Franco lo que pensaba (y reconozcamos que era un sueño de lo más patriótico) era formar un nuevo Imperio Colonial Español en el norte de África. La novela por tanto continúa con un Hitler casi victorioso que no podía imaginar que Inglaterra se le siguiera resistiendo. Pero así era, y esto le obligó a pasar al Plan B: definir una estrategia para tomar Gibraltar y rendir a Inglaterra por hambre, bloqueando el tráfico marítimo inglés por el Mediterráneo y obligando a los ingleses a dar la vuelta por el Atlántico, donde los submarinos alemanes los esperarían como tiburones.
Pregunta.- Pero para llegar a Gibraltar tenía que pasar antes por Franco, precisamente…
Respuesta.- Ahí está la cosa. Pero Franco que está al tanto de la nueva situación dice, ¡psit, cuidado!, que a mí no me conviene entrar en la guerra ahora que ya la cosa no está tan clara en Alemania… (todos asentimos comprensivos, sin perder ni un milímetro del hilo de la historia. Eslava Galán continúa). Y es que no debemos olvidar que Franco tenía eso que los marroquíes llaman “baraka”. Suerte. A él se lo reveló en Marruecos una niña medio brujilla llamada Mersida, a quien rescato para mi novela. Ahora la adivina ha crecido convirtiéndose en una mujer despampanante; la famosa Mersida, con todo aquel poderío y aquel power. Me he esforzado mucho en enriquecerla, desde el punto de vista de construcción del personaje, porque necesitaba que fuese pieza clave de la trama. La presento como una mujer muy atractiva, mezcla de sensualidad francesa y exotismo marroquí. Ella me da mucho juego en la novela, pues es la encargada de desvelar a los allegados del caudillo cuál es el secreto de esa baraka…(Miro a mis amigos reunidos en torno a este Tusitala; David Summers, Jeosm y Augusto Ferrer-Dalmau, y el espectáculo es maravilloso; con sus copas de vino en la mano, serios y concentrados, muy atentos, a las palabras del novelista, como si estuviesen a punto de ver el estreno de una esperada serie de Netflix).
“Cuando el libro me ha pedido paso y yo se lo he dado, entonces vivo total y absolutamente para él”
Pregunta.- Augusto Ferrer-Dalmau. ¿Y cuál es el secreto ese de la baraka de Franco?
Respuesta.- (Juan sonríe, encantado de habernos despertado el gusanillo de la curiosidad. Ahí quería él llegar) Pues para averiguarlo, mandan desde Madrid una expedición de varios personajes encabezada por fray Justo Pérez de Urbel, que estaba siempre pegado al caudillo en el Pardo. Una vez allí, la mora les revela que la Baraka está ligada a un objeto; una joya que perteneció a la corona española pero que por desgracia se ha perdido, y que no es otra que El Estanque o joyel de los Austrias, que aparece en los retratos oficiales de muchas reinas a partir de María Tudor de Inglaterra. Un talismán para un imperio. Ante esta información, el caudillo reacciona con flema, porque está en otras cosas, pero la señora de Franco mueve cielo y tierra para encontrar el dichoso talismán de la buena suerte. Y ahí empieza la otra parte de la novela; una búsqueda que recorre la Francia invadida por los alemanes, incluyendo inevitablemente los bajos fondos de París; sus burdeles, y las sensuales espías de la résistance en plena collaboratión horizontale, además de una historia romántica entre Mersida y el sinvergüenza de Welser que, en esta galería de personajillos, resulta ser el mejor de todos.
Pregunta.- Juan, pero ¿es verdad que Franco quería que Hitler le ayudara a construir un nuevo imperio español?
Respuesta.- Lo que él quería era un imperio norteafricano, con el Marruecos francés y buena parte de Argelia, además de ampliar la colonia de Guinea convirtiéndola en un estado más grande que España que pillara los bosques y el petróleo. Le salió mal porque entre otras cosas, los alemanes perdieron la guerra, pero vamos, que los alemanes le tenían un desprecio absoluto a Franco, de eso no te quepa ninguna duda; mira, le están pidiendo que entre en la guerra, pero a cambio no le están dando nada, porque no se quieren indisponer con los franceses de Vichy, que colaboran con ellos. A los alemanes les interesaba más esta relación que la amistad del caudillo… Uff (sonríe satisfecho Juan Eslava haciendo una pausa para beber un poco de vino blanco), la verdad es que me lo he pasado de maravilla trabajando en esta novela, manejando información de primera mano; yendo a los archivos y trabajando en casa con planos del París o el Berlín de la época. Tal vez por mi carácter de historiador, pero también porque me divierte mucho hacerlo así, en este libro todo está absolutamente documentado (Eso es lo que me encanta de los libros de Juan, saber que uno puede seguir, con el dedo sobre el mapa, la novela, comenta David Summers. Todos asentimos). MJS. ¿Cómo sabe uno cuando una historia en la cabeza está madura para convertirse en novela? JE. Hombre, cada maestrillo, escribe su librillo, pero en mi caso siempre tengo en agraz tres o cuatro novelas esperando a que me pidan paso. Es pura intuición. Ahora bien, cuando el libro me ha pedido paso y yo se lo he dado, entonces vivo total y absolutamente para él.
Pregunta.- Y al escribir, ¿has sentido alguna vez la tentación de robarte a ti mismo, o sea, escamotear algunas buenas ideas del presente para desarrollarlas en el siguiente libro?
Respuesta.- No, Pero nunca olvido algo que me parece fundamental cuando me enfrento a un nuevo libro y que siempre recomiendo a los jóvenes escritores; es que no debe ponerse de golpe todo el empeño que uno es capaz de poner; es decir, si uno es un arquero y sabe que puede acertar con la fleja a 100 metros, entonces debe apuntar a 80, nunca a 110. Para la salud futura del buen novelista, debe quedar siempre un poco de impulso sobrante.
Pregunta.- Después de media vida escribiendo, ¿Podrías vivir sin escribir?
Respuesta.- ¿Sabes lo que pasa? A mi edad, lo único que me interesa por encima de cualquier otra cosa, es aprender. Escribo porque tengo que pagar facturas, por eso intento centrar mi escritura en esos temas que me apasionan, como la historia contemporánea, por ejemplo. Temas que me permitan seguir investigando; seguir aprendiendo. Tengo suerte, porque mi pasión se funde con mi trabajo.
“Al fin y al cabo los monumentos, los hechos y las personas nos ayudan a entender quienes fuimos”
Pregunta.- Cuando terminas un libro, ¿haces tabla rasa, o te llevas algo para el siguiente?
Respuesta.- Intento volcar todo lo que tengo cuando trabajo. Aunque debo decirte que en ocasiones he hecho como los traperos; reutilizar capítulos desechados de libros míos anteriormente podados y adaptarlos al arranque o desarrollo de un libro nuevo. En la casa de un escritor artesano como yo, no se tira nada.
Pregunta.- Es que tirar el trabajo, aun sabiendo que es beneficioso para el resultado final de la obra, duele bastante.
Respuesta.- Hombre, es difícil, no lo dudes, pero también es fundamental para un escritor. Hay que saber podar, porque quitando siempre, siempre, siempre, mejoras el texto. Por poner un ejemplo; de esta novela me habían salido mil cuatrocientas páginas, que finalmente he logrado reducir a un poco menos de la mitad. Cuando uno lo lee con serenidad, se da cuenta de que, en las mil páginas eliminadas, en realidad estaba embutiendo información para cuatro amiguetes que están tan metidos en este rollo como yo. Pura e inevitable soberbia narrativa que se da tanto en jóvenes como en veteranos. El gran público no necesita esa información para disfrutar con la historia, así que el ejercicio de podar es más que obligatorio.
Pregunta.- ¿Crees que tal y como está la situación política en España, esta novela de Franco va a ser polémica?
Respuesta.- No, yo creo que no. Hombre, lo que sí creo es que lo de desenterrar a Franco deberían haberlo dejado para esta primavera, coincidiendo con La tentación del caudillo; francamente se me han adelantado en eso. Pero bueno, a Franco le auguro yo mucho recorrido todavía (risas).
Pregunta.- Precisamente. ¿Qué opinas sobre el tema de haber desenterrado a Franco?
Respuesta.- Hombre, Vamos a ver. Franco no quería enterrarse en el Valle de los Caídos; sino en el panteón que diseñó en el Pardo destinado a sus generales, ministros y él mismo, para poder estar juntos en la muerte, como los faraones. Otra cosa es el revuelo político que han organizado en torno a todo esto y el mal uso de la memoria histórica. Al fin y al cabo, los monumentos, los hechos y las personas nos ayudan a entender quienes fuimos; son parte de nuestra memoria y manipularlo o hacerlo desaparecer es peligroso, porque se corre el riesgo de olvidarlo y volver a caer de nuevo en los mismos errores del pasado. Tal vez por eso mismo sigo estudiando nuestra historia y escribo libros. Para contar lo que fuimos y ajustar mis propias cuentas.
“A mi edad lo único que me interesa por encima de cualquier cosa, es aprender”