Jesús Fernández Úbeda
Lo primero que llama la atención de Josep Borrell Fontelles (Puebla de Segur, Lérida, 1947) son sus exquisitos modales, la educación con la que recibe, contesta y discrepa.
Es el superviviente político de una época menos mediocre, verbenera, virtual. Ingeniero aeronáutico por la Universidad Politécnica de Madrid, doctor en Ciencias Económicas por la Complutense, catedrático en excedencia de Matemáticas Empresariales, milita en el PSOE desde 1975, ha sido secretario de Estado de Presupuesto y Gasto Público, primero, y de Hacienda, después, así como ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente, presidente del Parlamento Europeo y, desde que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno, ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación.
Amante de la Historia y, en concreto, de la conquista de América por el mundo hispánico, acudió, el pasado 19 de julio, a la presentación del cuadro de Augusto Ferrer-Dalmau, en el Cuartel General de la Armada, sobre la circunnavegación a la Tierra que culminó Elcano en una gesta de la que, este año, se celebra el V Centenario.
“Los españoles no tenemos suficiente autoestima para celebrar las grandes aportaciones que hemos hecho a la Historia de la Humanidad”
Pregunta.- Usted acudió a la presentación de Primus Circumdedisti Me («Fuiste el primero que la vuelta me diste»), el cuadro de Ferrer-Dalmau que muestra a la Victoria de Elcano despidiéndose de la Trinidad, ya rumbo a España, para hacer la última parte de la circunnavegación del mundo. Lo primero de todo, ¿qué opina del autor y de su obra?
Respuesta.- La primera vez que vi los cuadros de Ferrer-Dalmau fue con ocasión de la visita de los Reyes a los Estados del Sur de EEUU, con fuerte impacto hispánico, en San Antonio, en la exposición que había hecho Iberdrola sobre la marca española en la Guerra de la Independencia americana. Y me quedé impresionado por esos cuadros, por su extraordinario realismo. En particular, el que está en el Museo del Ejército, donde se ve a Bernardo de Gálvez, el Lafayette español. Me quedé impresionado por la extraordinaria belleza y evocación épica e histórica que tienen sus pinturas. Y la que presenta ahora, tuve ocasión de asistir a su puesta de largo en el Cuartel General de la Armada, es también un extraordinario boceto histórico.
Pregunta.- La epopeya de Magallanes y Elcano no es chica.
Respuesta.- Es gigantesca. Si hubieran sido británicos, se hubieran hecho montones de películas sobre ella. Es una epopeya extraordinaria, difícil de imaginar. Para quien haya estado en el Estrecho de Magallanes, imaginar lo que hubiera sido para esos hombres adentrarse en ese laberinto de canales helados, en medio de montañas gigantescas, un mundo desconocido…, debió de ser para ellos una epopeya que la Humanidad en general y España en particular no han celebrado lo bastante.
Pregunta.- ¿Y por qué cree que no se ha celebrado lo bastante?
Respuesta.- Probablemente, porque pesa sobre ella, como sobre toda la gesta del descubrimiento de América, la Leyenda Negra. Si esto lo hubieran hecho unos británicos o unos franceses, sería mucho más conocida y celebrada. Los españoles no tenemos suficiente autoestima para celebrar las grandes aportaciones que hemos hecho a la Historia de la Humanidad. Por eso es bueno que haya gente como Augusto, que trate de ilustrar con su pintura las efemérides que hemos representado.
Pregunta.- Sé que usted es el titular de la cartera de Exteriores, pero ¿conoce algo del programa de actividades del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo desarrollado por Cultura? ¿Qué le parece?
Respuesta.- Bien. Se ha hecho un esfuerzo enorme con medios limitados. Ha venido en un momento de estrecheces presupuestarias muy grandes, pero es un esfuerzo muy grande para poner de relieve lo que fue aquello.
Pregunta.- Me han dicho que usted es un enamorado del estudio de la Historia
Respuesta.- Recientemente me he sentido muy atraído por la Historia. En particular, por la historia del encuentro de los dos mundos: por un lado, el mundo occidental, o mundo hispánico, por entonces no se llamaba todavía el mundo occidental, era el mundo europeo, el del Renacimiento, con la América precolombina. No es poca cosa enfrentarse de repente con dos grandes imperios y, a la vez, con esas inmensidades desérticas en unos casos, montañosas en otro, selváticas en otro… eso es una cosa que no puede por menos de atraer e, incluso, sobrecoger. Es un gran ejemplo de lo que puede la voluntad humana, sobreponiéndose a esfuerzos, sacrificios y dificultades. Probablemente, me sentí atraído por los libros de William Ospina, el escritor colombiano: La serpiente sin plumas, El país de la canela… El país de la canela relata el viaje a las zonas de Orellana, desde el Ecuador, desde Quito, hasta el mar. Cuando uno lee aquello y luego lo ve en la realidad, toma sentido de lo que son las dimensiones, por citar un ejemplo de caso extremo de la capacidad de supervivencia y voluntad a pesar de todo. Es un tesoro gigantesco en el que Augusto va a encontrar mucha inspiración.
Pregunta.- Me fascina qué tuvo que pensar, por ejemplo, un tipo de un pueblo de Extremadura, que vive deslomado por cuatro perras, y al que le dicen «oye, vete para allá, que aquello está lleno de plata y de mujeres en bolas», se embarca, llega, ve aquello… debió ser fascinante, como visitar otro planeta.
Respuesta.- Sí, sí. Debió ser otro planeta, otro mundo completamente distinto. Sus coordenadas étnicas, climáticas, el ecosistema humano, la organización… Imaginar lo que Cortés sintió cuando se encontró con Moctezuma, o Pizarro cuando subió por los cerros de los Andes hasta llegar a Cuzco… Las motivaciones fueron muy diferentes para unos y para otros: esa mezcla de voluntad imperial, de la codicia, pero también el sentido de la transmisión de unos valores religiosos. Según relatan algunos cronistas, algunos irían por las indígenas desnudas y por el oro, pero también había gente que iba buscando la evangelización de las almas, y de ese mundo complejo surgió el derecho internacional humanitario, por ejemplo, que también inventamos los españoles. Fue una conquista, claro. Violenta y brutal, como todas las conquistas, pero que dejó tras de sí un poso cultural y un mestizaje que otros conquistadores no dejaron.
Pregunta.- ¿Tiene la Historia de España un plus de originalidad con respecto a las de otros países?
Respuesta.- (Piensa) Supongo que cada país tiene un plus de originalidad. Seguro que los franceses también piensan que ellos lo tienen. Fueron la patria de la Ilustración, de una gran transformación en las ideas y en la organización del poder político. Todos han hecho aportaciones importantes a la Historia de la Humanidad. España puede tener de originalidad el que, probablemente, ha sido movida por un impulso mucho más espiritual: gente como San Juan de la Cruz o Fray Luis de León no ha abundado en otros países. Carlos V renuncia al poder para ir a morir como un monje.
Pregunta.- ¿Quizá parte de nuestra originalidad resida en la cantidad de gente que ha pasado por esta tierra? Que si los fenicios, los romanos, los germánicos, los musulmanes…
Respuesta.- Todos pasaron por todas partes. Pero en España, probablemente, la clave de nuestra Historia sean los 500 años de Reconquista. 500 o 700 años, según como los cuentes, de frontera entre el mundo árabe y el mundo cristiano. Eso no lo han tenido otros países europeos. Una frontera móvil que se empuja con la fuerza de las armas, que crea durante 500 años un permanente hábito de la guerra, de la guerra, además, contra un enemigo al que se considera distinto por la etnia y por la religión. 500 años de una confrontación militar o religiosa que forja un espíritu. En el fondo, los españoles que se van a conquistar América son los que acaban de conquistar Granada.
Pregunta.- ¿Cuál es el episodio de la Historia de España que más le llama la atención?
Respuesta.- ¡Uy, difícil escoger uno! Esto es como cuando te preguntan qué libro te llevarías a una isla desierta. Hay tantos que es difícil escoger. Probablemente, el 2 de Mayo es un acontecimiento fundador de la nación española. Hay que entender que la palabra «nación» no existía antes de la Revolución Francesa. El concepto de nación era tan desconocido antes de la Revolución Francesa como un ordenador en el Paleolítico. Es un concepto de la batalla de Valmy, «el pueblo en armas». Antes, lo que había eran dinastías que tenían un poder feudal, más o menos modernizados. Había casas dinásticas. La nación, entendida como un conjunto de ciudadanos sometidos a las mismas leyes, que tienen un mismo territorio y un mismo soberano, es un concepto que nace con la Ilustración. Y la nación española nace el 2 de Mayo en Madrid en la revuelta contra Napoleón. Curiosamente, nace oponiéndose a las fuerzas militares que habían traído las ideas ilustradas. Lo cual, demuestra que la democracia, los sistemas políticos, por progresistas que sean, no se exportan. O sea: la ilustración llegó a España en la punta de las bayonetas de Napoleón y por eso fue rechazada.
Pregunta.- ¿Por qué a no pocos españoles le avergüenza la historia de nuestro país?
Respuesta.- Porque se les ha contado los aspectos más negativos de la misma. Es evidente que la conquista de América provocó una mortandad extraordinaria entre los habitantes que estaban antes de la llegada de Colón. La mayoría, por la transmisión de enfermedades contra las que no tenían capacidad de resistencia. Las grandes mortandades fueron causadas por el encuentro de dos sistemas inmunitarios. Además, hubo las muertes causadas por la dimensión militar de la conquista y el sometimiento de los pueblos conquistados, pero también hubo reacciones contra los abusos como las nuevas Leyes de Indias que, a veces, provocaron la rebelión de los conquistadores contra el poder real. Si sólo se pone esto de relieve, no es un plato de buen gusto. Pero hay tantas otras cosas que fueron positivas… Y que, en todo caso, no se puede hacer un balance cuantitativo: es el encuentro de dos mundos, la configuración de la Tierra como un globo. Ahora que se está poniendo de moda la palabra «globalización»: los españoles fuimos los grandes globalizadores. Demostramos que la Tierra era un globo, que era redonda, y los que descubrimos la mitad del mundo, que era desconocido. Cuando uno piensa que la monarquía hispánica tenía la frontera sur en el Biobío, y la frontera norte estaba en Seattle, en la desembocadura del río que hace frontera entre Canadá y EEUU, hay una isla con un fuerte, el Fuerte de San Juan, construido por españoles en 1700 y pico. En Seattle, no en San Francisco. Que, por cierto, estuvimos a punto de cambiárselo a los británicos por Gibraltar. Las negociaciones no fructificaron pero, en algún momento, el Fuerte de San Juan tenía el interés estratégico de controlar la entrada en el río. Imagínate lo que era una negociación, en aquella época, para cambiar un castillo en Seattle por otro en Gibraltar. O la historia del intento de construir un castillo en el Estrecho de Magallanes por Pedro Sarmiento de Gamboa. Es un noble español al que Felipe II le encarga construir un castillo en el Estrecho de Magallanes para controlar el paso por la zona. Va, llega hasta allí, y no lo consigue, pero tú imagina que te llama Felipe II y te dice: «Oye, coge una flota y vete a construir un castillo al Estrecho de Magallanes porque no quiero que los ingleses pasen por ahí». Y le dices: «¡A la orden!». Hubo gente extraordinaria que es desconocida. Sal a la calle y pregunta quién era Sarmiento de Gamboa. O quién era el Lafayette español. Nadie conoce en España a Bernardo de Gálvez, y es ciudadano de honor en EEUU. Su pintura, su retrato, cuelga en la escalera del Capitolio. Y tuvo una aportación, él y la monarquía hispánica, a la independencia de los EEUU tan importante o más que Lafayette. ¿Por qué los franceses han conseguido popularizar a Lafayette y nosotros hemos dejado caer en el olvido a Bernardo de Gálvez? Los cuadros de Augusto han resucitado del olvido a esta figura extraordinaria.
Pregunta.- A grandes rasgos, ministro, mi sensación es la de que la izquierda sólo se ocupa de las miserias, de los asesinos, los ladrones y, en definitiva, de los rincones más oscuros de nuestra historia, mientras que la derecha no hace otra cosa que fabricar héroes, revitalizar épicas y relativizar daños. ¿Por qué, en España, la Historia es un arma arrojadiza desde el punto de vista ideológico?
Respuesta.- La Historia es un arma arrojadiza en todas partes, pero en España más, probablemente, porque no tuvimos los años de maduración intelectual de la Ilustración. Desde que Napoleón se va de España hasta que entramos en la UE, mira que hay siglo y medio, es un siglo y medio, más o menos, cainita, de españoles contra españoles. Un país depauperado, empobrecido, misérrimo. Con unos reyes que son un desastre uno de tras de otro. Golpes militares…
Pregunta.- Cuatro guerras civiles…
Respuesta.- Guerreamos entre nosotros. Nunca tuvimos un gran enemigo exterior, como los alemanes con los franceses, y viceversa. Eso nos ha hecho muy introspectos, enemigos de nosotros mismos. Y ha polarizado las visiones de la Historia. Mientras que, por ejemplo, en Francia, donde podrían decir lo mismo de Napoleón: para unos podría ser el «Super Cid», y para otros, podría ser un asesino que vandalizó toda Europa y ensangrentó al continente. Los alemanes se acuerdan muy bien de lo que fue para ellos la invasión napoleónica, que duró más tiempo que en España y fue más sangrienta: destruyó el imperio austríaco. Pero han sublimado todo eso y no existe esta contraposición tan brutal, porque ha habido una capa de intelectualidad, de modernidad, de pensamiento filosófico, de análisis introspectivo de la Historia que, seguramente, nos ha faltado a nosotros.
Pregunta.- Hace unas semanas, el catedrático de Filosofía de la Complutense José Luis Villacañas publicó un ensayo, Imperiofilia y el populismo nacional-católico, en el que denuncia que Elvira Roca Barea, autora del superventas Imperiofobia y leyenda negra, hace en ese libro un «ejercicio de blanqueamiento y manipulación ideológica». ¿Está al tanto de la polémica
Respuesta.- A mí se me ocurrió un día decir que conocía el libro de Elvira y que me parecía interesante y me llovieron las críticas despiadadamente. El de Imperiofilia no lo conozco. Es un buen ejemplo de esta polarización. Dos visiones muy duales, una acción-reacción que no acaba de encontrar su término medio. Pero, fíjate: en España no tenemos un «Museo de la Historia de España». En Cataluña sí tienen un Museo de la Historia de Cataluña. Lo hay.
Pregunta.- En Madrid tenemos un Museo Arqueológico Nacional, pero es otra cosa.
Respuesta.- Claro, la arqueología no es la historia. No hay un Museo de Historia de España. Lo que más se parece es el Museo del Ejército, y no es lo mismo. España es una cosa que no existía en tiempos de Viriato. Cuando era pequeño, me explicaban que Viriato era un patriota español que luchaba contra los romanos para defender la independencia de España. Hombre… España es algo que existe desde hace siglos, pero a los españoles hay que construirlos en cada generación. Y con esta generación, no se ha hecho un gran esfuerzo de construir un sentimiento de entidad colectiva.
Pregunta.- ¿Por pereza o con mala idea?
Respuesta.- Probablemente, porque el franquismo generó una de esas acciones-reacciones. Idealizó lo del «Imperio hacia Dios», un mundo imaginario, maniqueo, de la España imperial y tal, que ha provocado la reacción contraria.
Pregunta.- Como español, como catalán y como amante de la Historia, cuando escucha, por poner un ejemplo, que Santa Teresa de Ávila era catalana y que Cervantes escribió El Quijote en catalán, usted piensa…
Respuesta.- Esos son casos grotescos que no merecen ninguna atención. El 99,9% de los catalanes no cree en esas tonterías.
Pregunta.- Y, para finalizar, la de la divulgación de la Historia, ¿es una batalla que han ganado los nacionalistas?
Respuesta.- Los grandes protagonistas de la Historia son las naciones y las religiones. Y ambas son culpables y responsables de los mayores enfrentamientos entre los seres humanos. Las guerras de religión, los conflictos entre religiones. Probablemente, porque nación y religión son dos grandes elementos constitutivos de la identidad, y las identidades se han enfrentado históricamente. Ahora estamos en un proceso no de confrontación, sino de superposición de identidades. Es la primera vez que podemos aceptar que tenemos varias identidades y que no son contrapuestas: soy catalán, español, europeo y varias cosas a la vez sin que eso signifique un conflicto que se resuelva a garrotazos. Pero no para todo el mundo: hay gente todavía que piensa que si eres catalán no puedes ser español y viceversa. No admiten la existencia de la dualidad. Dicen: «Nación solo hay una, como la madre que me parió». Es un concepto más complejo. El ser humano admite distintas identidades simultáneas.
“La Historia es un arma arrojadiza en todas partes, pero en España más”