Por Jesús Fernández Úbeda
Recibe Agustín Díaz Yanes (Madrid, 1950) a FD Magazine en su luminosa casa, repleta de libros y carteles taurinos, y de la que emerge una terraza vasta y ajardinada, de las que se agradece tener, a estas alturas del calendario, si uno vive en el centro de Madrid.
El cineasta, escritor y guionista nos recibe para hablar de su Alatriste, una “biografía” cinematográfica del icónico protagonista de la archiconocida serie de novelas de Arturo Pérez-Reverte. Conversamos sobre un film que, en China, es conocido como “la película de España”.
P: Señor Díaz Yanes, ¿cuándo y cómo decidió convertir en película Las aventuras del capitán Alatriste?
R: No lo decidí yo. Me llamaron Antonio Cardenal y Arturo para proponerme que la hiciera. Dije que sí y, a partir de ahí, empezamos a trabajar. Tardamos un año o un poco más en montarla.
P: ¿Qué aprendió al rodarla?
R: Casi todo. Nunca había rodado, ni se había rodado en España, una película de esa envergadura. Era una película de época, lo cual siempre es más complicado de lo que parece. Tenías que tener una preparación grande de muchas cosas, sobre todo, de espadas. Tenías que ambientar la época de Alatriste, que no es difícil, pero tampoco fácil. Aprendí muchísimo, muchísimo. Creo que es el rodaje en el que más he aprendido.
P: Teniendo en cuenta que FD Magazine es una revista histórica y pictórica, le pregunto: ¿qué importancia tiene la pintura del Siglo de Oro en la narrativa del film?
R: Toda. Fui con mi fotógrafo, Paco Femenía, al Prado. Él hizo como una mezcla de la luz de Velázquez con la luz de Rembrandt. Después, hicimos muchas composiciones de los cuadros. Reprodujimos Las lanzas y El aguador de Sevilla. Hicimos que el conde de Guadalmedina fuese un coleccionista de arte. Y de Velázquez se habla durante la película. Está presente de forma cronológica.
P: ¿Cómo condensar, por entonces, cuatro novelas en una cinta de, aproximadamente, dos horas y media de duración?
R: Eso fue el parto de los montes. Era imposible ir novela por novela: hubiéramos hecho una serie de televisión, no una película. Hubiera durado seis horas o siete. Entonces, ahora mismo no te puedo decir de quién fue la idea, si mía, de Arturo o de alguien que pasaba por la calle (risas), pero decidimos hacer la biografía de Alatriste. Como Arturo desvelaba en una de sus novelas que Alatriste moría en Rocroi, fuimos de principio a fin. Hicimos una biografía de Alatriste en la medida de lo posible y fui sacando los episodios más relevantes, los que me parecían mejores con los guiones, y, pegando algún salto en el tiempo, hicimos la biografía de Alatriste.
P: ¿Cuánto de Díaz Yanes tiene un personaje tan de Pérez-Reverte?
R: Los personajes en el cine que vienen de la literatura sufren cambios inevitablemente. Primero, por el actor que lo interpreta. Después, el director marca: sin darte cuenta, vas tirando. Pero tanto Viggo Mortensen como yo, y recuerdo que eso lo hablamos con Arturo, procuramos no irnos demasiado del personaje que había escrito Arturo. Lo hicimos lo más fielmente posible. Mío no sé lo que hay. Si te llaman para hacer una película sobre los libros de alguien, tú puedes decir sí o no, pero si dices que sí, me parece un poco absurdo cambiarlos completamente, y que Alatriste sea una mujer (risas), o bajito… Creo que Arturo quedó muy contento con el personaje de Viggo. Hizo un gran Alatriste.
P: Cuénteme eso de que su protagonista se fue a un pueblo de León para perfeccionar su acento.
R: Él habla un perfecto castellano, pero con acento argentino. Yo creo que no fue por eso. Él quería saber dónde había nacido Alatriste, cosa que Arturo no tenía en los libros. Entonces, yo le dije: “Chico, no sé, voy a preguntarle a Arturo”. Y Arturo me dijo: “En algún sitio de Castilla y León”. Entonces, Viggo fue a León, se cogió un coche, empezó a subir y a subir y decidió que una aldea en la que paró en mitad de una tormenta de nieve, altísima, en los Montes de León, era el sitio en el que había nacido Alatriste. Se lo dije a Arturo y le pareció perfecto. Después, Viggo se pasó un par de semanas hablando con los leoneses para coger un poco el tono y cosas de estas. Viggo es un actor que no sólo estudia al personaje actuando, sino que lo estudia históricamente. De hecho, hubo un momento en que le dije: “Viggo, sabes más de la historia del XVII que yo, que soy historiador, joder (risas). Deja ya los libros”. Hizo una preparación exhaustiva del personaje, sí.
P: ¿Sigue pareciéndole Alatriste “un anarquista con unos códigos morales conservadores”?
R: Sí. Se lo dije a Arturo y se reía. Yo creo que Alatriste es un poco Arturo. Como todo el mundo, cuando escribes, escribes de cómo eres tú. Alatriste me parece un personaje fantástico porque es un anarquista conservador, un tipo que no vivía según las reglas, pero vivía según unas reglas. Eso me gustó mucho del personaje y creo que eso sale en la película.
P: ¿Por qué siempre quiso que, en su Alatriste, Emilio Bocanegra fuera una mujer?
R: Quería que tuviera una cosa efébica, que fuera afeminado en el buen término. En El año que vivimos peligrosamente, Linda Hunt hacía de hombre. Cuando lo vi, me pareció un personaje fantástico porque era superambiguo. Por eso, pensé en ofrecer el papel de Bocanegra a una mujer. Hablé con Blanca Portillo, me dijo que sí, y, para mi sorpresa y mi gusto, porque Blanca es una tía extraordinaria, llegó a rodar con la cabeza rapada. Quedó muy bien. En España, todo el mundo sabía que era Blanca, pero, en el extranjero, ese personaje les pareció rarísimo, como ambiguo, y me lo preguntaban mucho. Cuando les decía que era una mujer, les sorprendía.
P: ¿Podría contarme alguna anécdota divertida del rodaje?
R: Hubo una que fue divertida a posteriori (risas), pero que en el momento… Íbamos a rodar el desembarco de los veteranos en La Caleta de Cádiz. Los barcos los hicimos digitales, al fondo, y unas barcas de la época para trasladar a los veteranos, para verlos llegar a la playa. No sé por qué se empeñaron en hacerme las barcas planas, y yo, que no es que sea un gran navegante, decía: “Joder, macho, ¿unas barcas planas? No lo veo yo muy claro”. “Sí, sí, esto es como era en la época”. Entonces, traemos las barcas y ellos iban vestidos de veteranos, con las espadas, con todo. Las barcas entraron en La Caleta y, aunque no era un día con mucha ola, de hecho, si llega a haber ola, se monta la de Dios, pero había bastante ola, con lo cual, dos o tres barcas volcaron. Y tuvimos que tirarnos al agua a ayudarlos a salir. Nos asustamos mucho. Imagínate: veo que mi ayudante de dirección tira el teléfono móvil y se mete en el agua. Los sacamos sin ningún problema. Entonces, cuando termina todo eso, pregunto por los buzos que teníamos contratados por si pasaba alguna cosa de estas. Y me dicen que estaban en el otro lado de la playa haciéndose unas fotos con unas tías (risas). Cádiz es la bomba. No sé por qué, los productores se empeñaron, en un momento determinado, en que nadie hiciera fotos. Rodábamos en La Caleta y estaba todo lleno: diez o doce mil personas viendo el desembarco de los veteranos. Estaba todo lleno de carteles: “No se puede hacer fotos”. Y nadie hacía fotos. Digo yo “¡acción!” y, en ese momento, todo el mundo empezó a hacer fotos (risas). Luego, me venían las señoras de Cádiz, tan simpáticas: “Hijo, ¿puedo sentarme al lado tuyo para ver cómo se ve eso en la pantalla?”. “Sí, sin problemas”. Fue un rodaje en el que lo pasamos muy bien.
P: Leo en la web de la Biblioteca Miguel de Cervantes de Shangái, del Instituto Cervantes, que su Alatriste era conocida en China como “La película de España”. ¿Cuánto de España tiene Alatriste?
R: Mucho. De la España del XVII, mucho. Yo estudié mucho en el XVII en la facultad. Tuve un profesor, Jover Zamora, que lo hacía estudiar mucho. Montero Díaz también. Y Montero Díaz me decía: “Flandes es el Vietnam de ahora”. Esa guerra costosa que va arruinando a una nación y que nunca se gana. Entonces, creo que tiene todo lo que España hacía, el Conde Duque, etcétera, los tíos vestidos de negro… Sí, los chinos ven a España porque es una película muy española, trata mucho de lo que fue España y de lo que todavía se mantiene.
P: ¿Cuánto de Alatriste tiene la España actual?
R: Han pasado muchos siglos, pero hay cosas nuestras que todavía persisten. La corrupción, por ejemplo. También nuestra falta de pragmatismo a la hora de hacer política. Y después, todos los hechos que remiten al presente. Arturo escribió las novelas cuando las escribe: no son novelas del siglo XVII. Hay un aggiornamento del XVII tratado con la visión nuestra de ahora. Eso es inevitable.